Comer por factores emocionales puede derivar en un Trastorno por Atracones

SALUD MENTAL

Esta condición suele pasar desapercibida, incluso para quienes la padecen

Unhappy stressed woman

El Trastorno por Atracones se caracteriza por episodios recurrentes de pérdida de control, intenso malestar y un profundo sufrimiento.

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Comer es esencial para la vida, pero la relación con los alimentos varía enormemente entre las personas. Para algunas, representa un espacio de equilibrio y nutrición, lo que se asocia con “comer bien” o una alimentación saludable. Para otras, en cambio, la comida es un refugio emocional ante el estrés o la tristeza. Más allá de estos hábitos, existen trastornos alimentarios con un impacto más serio en la salud, como el Trastorno por Atracones.

Según datos del Hospital Clínic de Barcelona, la prevalencia del Trastorno por Atracones afecta aproximadamente al 2% de la población en algún momento de su vida. Aunque es más frecuente en mujeres, cada vez hay más evidencias de casos en varones. Este trastorno se caracteriza por episodios recurrentes de ingesta compulsiva de grandes cantidades de comida. Durante estos episodios, la persona come mucho más rápido de lo habitual e incluso sin sentir hambre real. A pesar de sentir una sensación desagradable de llenura, le resulta difícil detenerse. Al finalizar, aparecen sentimientos de culpa, vergüenza o depresión, que generan un intenso malestar. Estas conductas no son aisladas, sino que se repiten en el tiempo.

Para comprender la magnitud de este trastorno, es útil distinguir entre comer bien, comer por factores emocionales y el Trastorno por Atracones. “Comer bien” implica atender las señales de hambre y saciedad, seguir una dieta equilibrada y no sentir culpa luego de una alimentación adecuada. Quien “come bien” rara vez experimenta sobre ingestas ni sentimientos de vergüenza o remordimiento, características del Trastorno por Atracones. No obstante, incluso la persona con hábitos saludables puede, en ocasiones puntuales, recurrir a la comida para aliviar el estrés, sin que ello se convierta en un problema a largo plazo. 

Por otra parte, comer por factores emocionales puede darse en varios momentos de estrés, ansiedad o tristeza, pero no alcanza la intensidad de un atracón ni se repite con la misma frecuencia. Además, si la persona no experimenta un gran remordimiento ni recurre habitualmente a la comida como vía de escape emocional, estos episodios esporádicos de ingesta excesiva no tienen por qué representar un problema grave. No obstante, es fundamental vigilar el uso de la comida para manejar emociones, ya que podría volverse un comportamiento compulsivo y, con el tiempo, derivar en un Trastorno de la Conducta Alimentaria.

El Trastorno por Atracones, en cambio, se caracteriza por episodios recurrentes de pérdida de control, intenso malestar y un profundo sufrimiento. Es común que la persona oculte o almacene comida y se deshaga de grandes cantidades de alimentos hipercalóricos o de sus envoltorios. A menudo, alterna atracones con dietas muy restrictivas que, al ser insostenibles, terminan en fracaso, aumentando la ansiedad en situaciones cotidianas relacionadas con la alimentación. Cuando estas conductas se repiten y afectan la vida social, familiar o laboral, buscar ayuda profesional se vuelve fundamental. Aunque el proceso de recuperación puede ser largo, existen tratamientos eficaces que ofrecen esperanza.

El entorno inmediato juega un papel clave tanto en la prevención como en el abordaje del Trastorno por Atracones. Es fundamental crear un ambiente de apoyo. Esto implica fomentar una imagen corporal saludable, escuchar sin juzgar, evitar comentarios sobre la comida o el peso y animar a la persona a expresar sus sentimientos. Además, si la persona ha iniciado un tratamiento, es importante respetar las pautas de los profesionales de la salud, crear un ambiente agradable durante las comidas y reforzar los pequeños logros.

También es importante que quienes acompañan a alguien con este trastorno cuiden su propio bienestar y no se culpen por su evolución, ya que su origen es multifactorial. Es decir, no responde a una única causa. En su desarrollo, influyen factores individuales, como la predisposición genética, el perfeccionismo, la rigidez o la baja autoestima, que pueden verse agravados por dinámicas familiares, como ambientes desestructurados, sobreprotectores o en los que se valora excesivamente la delgadez.

A esto se suman factores sociales, como el ideal de belleza que se presenta en los medios de comunicación y las redes sociales, así como entornos deportivos y profesionales donde la imagen corporal tiene un peso determinante. Comprender esta interacción de factores es clave para abordar el Trastorno por Atracones de manera integral y efectiva.

Detectar los signos de alerta, hablar con sinceridad y acudir a profesionales de la salud son pasos esenciales en el camino hacia la recuperación. La clave para superar este trastorno está en reconocerlo, brindar el apoyo adecuado y seguir un tratamiento que atienda tanto la dimensión física como la emocional de la persona afectada.

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