La pinza un tanto maltrecha de Junts y BComú reapareció este viernes en la última sesión plenaria del Ayuntamiento de Barcelona y con la complicidad de PP y Vox le asestó al alcalde Jaume Collboni su tercera reprobación o similar en lo que llevamos de mandato por su supuesta incapacidad para alcanzar acuerdos y su escasa disposición al diálogo con el resto de grupos municipales. En esta ocasión los de Junts sí calcularon bien sus movimientos y plantearon su reproche institucional en unos términos que los comunes pudieron asumir de una manera muy cómoda.
Hace apenas un mes, en el anterior pleno municipal, los independentistas trataron de afear la gestión del alcalde poniendo el acento en la inseguridad y en el incivismo. Pero en aquella sesión los comunes no entraron al trapo y dejaron a los de Junts en minoría. Entonces el alcalde se creció y hasta se permitió tomar la palabra para sacar pecho y enarbolar unos cuantos logros del Pla Endreça. Ayer, sin embargo, prefirió guardar silencio y dejó que Laia Bonet, su primera teniente de alcalde, se enfrentara a las recriminaciones de la oposición. ERC, por su parte, tuvo el detalle de abstenerse.

Los comunes se pusieron en el ultimo pleno sus bufandas palestinas
La verdad es que el alcalde Collboni pasó un tanto de puntillas por el último pleno del Consistorio y prefirió tomar el micrófono a fin de principalmente lamentar todo lo que está sucediendo en Gaza y de aprovechar el tercio para adoptar aires de gran representante institucional, un extremo en el que se mueve muy a gusto. A pesar de las muy detalladas transacciones entre socialistas y comunes, el acuerdo para que el Ayuntamiento suspenda de una vez todas sus relaciones con Israel y sus empresas, así como el hermanamiento con Tel Aviv, tiene también un carácter muy circunstancial y para nada indica que estos antiguos socios de gobierno vayan a abrir una nueva etapa de entendimiento y acercanza. En verdad, todo lo contrario.
Sí, el flujo de las asperezas y de las caricias que se brindan unos y otros en este lado de la plaza Sant Jaume lo marcó el debate sobre la última reprobación al alcalde Collboni. Desde los bancos de Junts, Jordi Martí abrió fuego acusando al alcalde Collboni y a su ejecutivo de no tener ningún verdadero proyecto para Barcelona, de no hacer otra cosa que grandes, vistosos y pirotécnicos anuncios cuya concreción acostumbra a aventurar para dentro de como poco un lustro, de gobernar en contra de la voluntad democráticamente expresada por los barceloneses... “Usted, poco antes de las últimas elecciones municipales –subrayó el presidente del grupo de Junts–, dijo que si no las ganaba pues perdía, que se iría a la oposición, y aquí lo tenemos, sin proyecto y sin palabra”.
Los grupos fuerzan la celebración de una sesión extraordinaria sobre los dos primeros años del mandato
Janet Sanz, en nombre de los comunes, también dejó rienda suelta a las inquinas acumuladas por los suyos durante estos últimos años y restregó al acalde Collboni que aún no logró aprobar ningún presupuesto del Ayuntamiento por la vía ordinaria, que a pesar de que ya llevamos dos años de mandato aún vive de las rentas de los gobiernos de Ada Colau, que su gobierno está del todo al servicio de los lobbies y de los especuladores... Porque los comunes ya dejaron atrás cualquier intención de participar en un tripartito de izquierdas, pero todavía arrastran la frustración de que el alcalde Collboni los abandonara en una cuneta. “También hemos acordado celebrar un pleno extraordinario para que el gobierno de Collboni dé de veras cuenta de su gestión durante estos dos últimos años y no se crea que puede zanjarlo todo con una rueda de prensa”.
ERC volvió a mostrarse como el socio preferente de los socialistas y cual malabarista chino con un montón de platos dando vueltas a la vez fue y se abstuvo. “Junts quiere estar en misa y repicando –dijo el republicano Jordi Coronas– ¿acaso no están negociando con los socialistas la reforma de la norma del 30%? y también me hacen gracia los comunes, que reprueban a quien escogieron como alcalde. La gesticulación está bien, pero no arregla los problemas de la ciudad, por eso nos abstenemos”. Coronas no tuvo problemas en recriminar al ejecutivo socialista su falta de ambición, tampoco en subrayar que la mayor parte de los aciertos del gobierno municipal “tienen el sello de ERC”. Daniel Sirera, del PP, y Gonzalo de Oro, de Vox, por su parte, no tuvieron ningún reparo en morder con todas sus fuerzas.
Así que nadie se llame a engaño. La suspensión de la relaciones del Ayuntamiento con Israel y del hermanamiento con Tel Aviv no abre ninguna nueva etapa de entendimiento municipal, al menos en clave interna, al menos entre socialistas y comunes. Hasta no hace mucho el propio Collboni se mostró más bien incómodo a la hora de tratar esta cuestión en este lado de la plaza Sant Jaume. Ada Colau, aún como alcaldesa de Barcelona, ya rompió las relaciones del Ayuntamiento con el estado de Israel a principios del 2023, unas relaciones que el propio Collboni reestableció al poco de sucederla. Pero desde hace poco, desde que Salvador Illa cerró la oficina de la Generalitat en Tel Aviv y que Pedro Sánchez endureció su discurso de condena el alcalde de Barcelona se viene mostrando mucho más contundente.
El alcalde entiende que en estos momentos la situación en Gaza es mucho más grave. “El nivel de destrucción y de crueldad del gobierno de Israel –dijo Collboni– ha llegado a unos niveles de inhumanidad que hace imposible mantener estas relaciones. Gaza pertenece a los palestinos, es la tierra de los palestinos”. De este modo en la transacción de los textos propuestos por el PSC y BComú los socialistas finalmente se avinieron también a “trasladar al Port la necesidad de adoptar las medidas necesarias para impedir que los barcos involucrados en el tráfico de armas con Israel se detengan en Barcelona”, y también que Fira de Barcelona no acoja “pabellones del Gobierno de Israel, ni de empresas armamentísticas o de cualquier otro sector que se lucren del genocidio, ocupación, apartheid y colonización del pueblo palestino”.
El acuerdo de PSC y BComú contra Israel no abre otra etapa de entendimiento entre ambas formaciones
ERC fue la otra pata de esta decisión, y los de Junts se abstuvieron porque, tal y como señaló el concejal Damia Calvet, “estaría bien que el gobierno español del cual ustedes también forman parte hiciera lo mismo”.