Cabeza fría, tensión máxima

Sin permiso

Cabeza fría, tensión máxima
Directora adjunta

No es extraño que una caricatura como la de Torrente haya triunfado en el cine español. O que Francisco Ibáñez encontrara inspiración en unos agentes secretos como Mortadelo y Filemón. Aquí los “bajos fondos”, en expresión de José María Aznar, siempre han sido de maneras chapuceras. Ahí está el comisario Villarejo, que ha llevado de cabeza la política española en los últimos años con su obsesiva compulsión a grabarlo todo, y ahora el de la militante socialista Leire Díez.

No son comparables ambos más que en la desfachatez y los ademanes chuscos. Al menos de momento. El primero lideró con apoyo de dos ministros y un secretario de Estado una red en la cúpula policial para destrozar proyectos de adversarios políticos como Podemos o el independentismo, filtrando informes falsos entre otras tropelías. Un episodio propio de unas cloacas del Estado. La segunda, que se sepa por ahora, reportaba a altos dirigentes del PSOE información para perjudicar a mandos de la Guardia Civil o a un fiscal Anticorrupción de acuerdo con un empresario que busca resarcimiento tras haber pasado por la cárcel. No aparece por ahora ninguna red de funcionarios públicos que actúen al margen de la ley. Veremos si el caso va más allá.

Si el Gobierno está en manos de la mafia, algo hay que hacer. De ahí la manifestación del día 8

Las andanzas de Leire Díez han disparado unos decibelios más el ruido político. El caso Ábalos, cuyos indicios resultan cada vez más escandalosos, y las causas que afectan a la mujer y el hermano del presidente, cuyos desenlaces son una incógnita, vinieron aderezados por los watsaps de Pedro Sánchez a su ex ministro, que se han quedado en el terreno del cotilleo. Y ahora los audios de la intrépida militante. Cada uno de esos asuntos no ha alcanzado por ahora la categoría suficiente como para tambalear al presidente, pero levantan una espesa niebla que, unida a la debilidad parlamentaria, impide al Gobierno avanzar y marcar la agenda política.

Con lo visto y oído hasta ahora, Sánchez no va a caer. El PP creyó al principio que la amalgama parlamentaria se resquebrajaría, pero los aliados del PSOE están más lejos que nunca de cambiar de bando. Que las elecciones generales no están a la vuelta de la esquina es algo que los populares tienen ya asumido desde hace meses, aunque estimen necesario alimentar la estrategia del desgaste. La escalada verbal parece no tener fin, pero esta semana Alberto Núñez Feijóo ha dado un paso más y ha tildado a Sánchez de capo de la mafia. Esta tensión en el relato le obliga al mismo tiempo a mover ficha. Si la situación es tan sobrecogedora, el primer partido del país debería presentar una moción de censura. Así lo reclama también Vox. Pero el líder del PP sabe que no es buena idea perderla. Sin embargo, tiene que dar respuesta a la olla a presión madrileña, por lo que ha optado por echarse de nuevo a la calle.

MADRID, 29/05/2025.- El expresidente del Gobierno y presidente de FAES, José María Aznar, durante su intervención en la clausura el ciclo de esta fundación '¿Hacia dónde va la relación transatlántica?', este jueves en Madrid. EFE/ Fernando Villar

José María Aznar en un acto de la Faes el pasado jueves en Madrid

FERNANDO VILLAR / EFE

Feijóo ha planteado una manifestación para el 8 de junio bajo el lema “Mafia o democracia”, dicotomía de tintes dramáticos que recuerda al eslogan electoral que tan buenos resultados le dio a Isabel Díaz Ayuso: “Comunismo o libertad”. Vox no estará en la manifestación. Pero nada más anunciar Feijóo la protesta, unos 300 del grupo ultraderechista Revuelta acudieron a las puertas de la Moncloa para insultar a Sánchez entre banderas franquistas y con presencia de Santiago Abascal. Su amigo húngaro, Víktor Orban, alertó hace unos días de que los españoles sufren “la opresión más brutal”. Siempre hay quien eleva la apuesta.

Aunque algunos sectores cercanos al PP creen que la moción de censura debería presentarse incluso para perderla, como hizo en su día Felipe González, Feijóo sabe que se convertiría en el blanco de todos los ataques en el Congreso. Recibiría por parte de Sánchez, del resto de la izquierda, de los nacionalistas y de Vox. Una imagen de aislamiento parlamentario total. De ahí que la respuesta sea la manifestación.

Aznar lo resumió de manera gráfica y sencilla. Si en noviembre de 2023 dio el pistoletazo de salida con “el que pueda hacer, que haga”, esta semana ha recetado “cabeza fría, pero tensión vital máxima”. El ex presidente tampoco es partidario de una moción de censura: “Faltan dos años para las elecciones y aún queda mucho por ver”. La manifestación será también un acto de precampaña congresual. Feijóo no tendrá problemas en el cónclave, pero necesita salir de él en volandas para aguantar dos años.

Es la sexta manifestación del PP contra el Gobierno en esta legislatura. Las otras tuvieron como espoleta la amnistía a Carles Puigdemont. Precisamente, el Tribunal Constitucional está a punto de dictar si avala o no esa ley. Si lo hace, afianzará más la relación del PSOE con Junts. La quinta manifestación fue hace un año, cuando parecía que la amnistía era el fin de Sánchez. Ya ha sido digerida por el PSOE.

Lee también

Lo que hay detrás del catalán en Europa

Lola García
Horizontal

En la Moncloa no preocupan tanto los casos que agita el PP porque creen que tienen poco fundamento y el ruido que provocan resulta incomprensible para la mayoría de ciudadanos. Cuando sucumbió Mariano Rajoy llevaba en su mochila un partido cuyo tesorero escondió 50 millones en una cuenta en Suiza, por ejemplo. El caso Ábalos ha desgastado al PSOE, pero no ha provocado su hundimiento. Así que todo depende de ese “aún queda mucho por ver” al que se refiere Aznar.

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...