Camarasa ha entrado en concurso de acreedores con una deuda de 3,5 millones de euros. La cadena de fruterías gourmet se ha visto incapaz de devolver a la banca los préstamos que había logrado para financiar la apertura de su establecimiento insignia en la plaza sc Macià.
“Nos hemos visto abocados a presentar concurso ante la negativa de la banca a renegociar el calendario de pagos de la deuda, que vence dentro de tres años”, señala Marc Taribó, consejero delegado y miembro de la tercera generación del negocio familiar. Según explica, Camarasa pidió retrasar los pagos cinco años más –a contar desde la fecha de vencimiento– pero CaixaBank (el mayor acreedor), Banco Santander, BBVA y Banc Sabadell se negaron.
La compañía familiar confía en pactar un convenio con las entidades financieras para seguir adelante
Los préstamos están avalados por el Instituto de Crédito Oficial (ICO) y están configurados de tal modo que las entidades financieras pierden el aval si pactan con Camarasa un aplazamiento de la deuda. Eso explicaría la negativa de la banca y, tal y como avanzó Crónica Global , la entrada en concurso de acreedores.
Del total de 3,5 millones de pasivo, Taribó asegura que solo el 1% afecta a proveedores. “Nos comprometemos a seguir pagando a todo el mundo y también a mantener los 82 empleados en plantilla” apunta el consejero delegado, quien tiene las facultades intervenidas en favor del concursal, Pepe Garcia, del grupo Gispert Abogados y Economistas. Ha sido designado por el juzgado mercantil 1 de Barcelona, que lidera el proceso judicial.
Taribó detalla que la situación que ha llevado a la empresa al concurso es una caída de los márgenes del negocio, que se ha visto afectado por el cierre (no deseado) de los tres puntos de venta ubicados en los centros de El Corte Inglés en Barcelona. Taribó añade que tampoco ayudó el retraso de seis meses de las obras de remodelación, que se vieron afectadas por unos trámites del Ayuntamiento con la fachada del edificio protegido.
Ahora, la empresa confía en pactar un convenio con las entidades financieras que permita, esta vez sí, aplazar el retorno de las deudas. De no conseguirlo, se abriría la fase de liquidación. A pesar de la reducción de márgenes, Taribó asegura que el negocio va bien, que los ingresos han ido en aumento en los últimos años. “Tenemos cuatro establecimientos físicos y la tienda online. El año pasado facturamos 7,1 millones, frente a los 5 millones de hace tres años”, asegura. La empresa no deposita cuentas en el Registro Mercantil desde el año 2021.