Año 1958. El entonces director de la revista literaria La Jirafa, Rafael Borrás, lanza un número titulado Homenaje a Cataluña. Ha invitado a escribir a Josep Maria Espinàs, Mercedes Salisachs, Cirici i Pellicer, Sebastià Gasch. También a Paco Candel, el hombre que viviría en una barraca y que acabaría en el Senado una vez convertido en un símbolo. Y Candel escribe para La Jirafa un artículo que, una vez leídos los demás, cree que desentona. Se titula Los otros catalanes. Un artículo que comienza recordando que “Durante la guerra pusieron en la Torrassa este cartel sus habitantes: ‘Cataluña termina aquí. Aquí empieza Murcia’”.
Con ese eslogan cortante comienza una reflexión sobre las olas de emigración que ha recibido Catalunya, la pureza de la raza –“ese cuento, como aquello de la sangre azul”-, el sentimiento catalán de los emigrantes de segunda generación -”si les llaman murcianos o gallegos se enfadan; si les llaman catalanes, no. Si les llaman murcianos, lo niegan. 'Yo he nacido en Catalunya'”-, su actitud hacia la lengua –“la aprendieron sin darse cuenta”, “hablan un catalán grueso, grosero, vulgar, el que se habla en Barcelona, no nos hemos de engañar”- y la cultura catalana: “No conocen Catalunya: su tradición, su historia, su arte, su cultura, su literatura, sus costumbres, su folklore... (…) Pero yo pregunto: ¿cuántos catalanes hay que conozcan todo eso que he dicho?”.

Barracas en la Barcelona de 1949
Una reseña elogia casi todos los artículos de ese número de la revista pero, subraya, “contraste menos satisfactorio es, ¿qué duda cabe?, la firma de Francisco Candel. El autor de Hay una juventud que aguarda y de la desgraciada novela Donde la ciudad cambia su nombre, cuajada de incorrecciones, de groserías y de zafias alusiones, encajaría muy bien en El Caso, pero desentona en una cuidada revista literaria como La Jirafa. Candel no sabe escribir”.
El propio Candel, que falleció en el 2007, recordaría la anécdota en el libro que nacería seis años después de ese artículo de la revista La Jirafa, un libro que se convertiría en un símbolo: Els altres catalans. Un libro que tendría un enorme impacto social porque, como hacen ahora películas como El 47, por primera vez se hablaba abiertamente de los barrios populares y de la situación de los inmigrantes, para los que en los años cincuenta el Palacio de las Misiones en Montjuïc llegó a funcionar como centro de deportación a sus zonas de origen. Un libro que acaba de ser reeditado en una nueva edición no censurada para conmemorar el centenario de Candel, quien nació el 31 de mayo de 1925 en Casas Altas, Valencia, y que de muy pequeño llegaría en una de las grandes olas de emigración a Barcelona, cuando en los años veinte llega gente de Aragón, Valencia, Murcia y Almería.

Paco Candel y Jordi Pujol en 2005
Cuando tenía dos años su familia se trasladó a Barcelona, donde sus padres recalaron primero en las barracas de Montjuïc y, más tarde, en las Casas Baratas de Can Tunis, unas experiencias que le marcarían y que inspirarían su libro Donde la ciudad cambia su nombre, de 1957. Candel lucharía siempre por los más desfavorecidos, denunciando las condiciones de las viviendas de los inmigrados, y por la plena integración de los otros catalanes en la sociedad, intentando asimilar dos mundos que a veces parecían vivir mutuamente de espaldas.
Su obra como autor literario y periodístico fue extensa: más de una cincuentena de libros, novelas, cuentos y ensayos, a veces en versión doble, en catalán y en castellano, obras en las que con un estilo ágil, agudo y no exento de humor y alzándose en nombre de los mal llamados charnegos, se convirtió en uno de los mejores representantes del realismo social en el campo de la escritura. Fue autor también de numerosos artículos periodísticos y reportajes en la mayoría de diarios de Barcelona y en decenas de revistas, siempre comprometidos y con voluntad de denuncia de las injusticias sociales. A través de libros y artículos, Candel contribuiría a configurar el ideario colectivo de la inmigración en Catalunya.

Jordi Hereu con Paco Candel -detrás el alcalde de l'Hospitalet Celestino Corbacho y Ferran Mascarell- en la inauguración en 2006 de la Biblioteca sc Candel
Su trayectoria fue cívica y política: simpatizante del Partit Socialista Unificat de Catalunya (PSUC), el 1977 fue elegido senador por la demarcación de Barcelona en la candidatura de l’Entesa dels Catalans. El 1979 fue elegido concejal de l’Hospitalet de Llobregat por la lista del PSUC y se hizo cargo de la responsabilidad en el área de Cultura.
Sus descripciones pioneras de las condiciones de vida de la inmigración y su adaptación -”Toda esta gente no se da cuenta de su aclimatación. Son catalanes hasta cierto punto. No son catalanes también hasta cierto punto (...) Lo son y no lo son sin darse cuenta. Se van fusionando con sus hermanos que, considerándose legítimos, a veces les miran de reojo”- se escriben en un momento en el que la identidad cultural se concibe como única y monolítica y permitieron comprender las olas migratorias que han construido Catalunya. Una Catalunya que sin emigración tendría hoy tres millones de habitantes y en la que tres de cada cuatro habitantes son fruto de las diferentes oleadas.
Las palabras del artículo que dio lugar en 1958 a su mítico libro –en el que matizaría parte de sus visiones iniciales- siguen resonando hoy. “Manlleu, Terrassa, Sabadell, todos los núcleos fabriles, comienzan a estar cubiertos de verdaderas colonias de esta buena gente. Donde hay trabajo, están ellos; reventando la mano de obra, a veces –casi siempre, si queréis- pero están. En la tierra de sus padres no hay trabajo; en la tierra de sus padres se mueren de hambre”. “Frente a la persistente discutida cuestión: ‘...habéis venido a comeros el pan de los catalanes...’ se ponen furiosos, ¡naturalmente! Y entonces, solo entonces hablan mal de Catalunya. A ellos no les regala nadie el pan; ellos se lo sudan; son tan trabajadores como el primer catalán, trabajan más que los catalanes; ¿qué harían los catalanes sin ellos?”.
La nueva conselleria de Drets Socials ha abandonado los planes de la anterior para la celebración del Año Candel y ha anulado la exposición
Eso sí, está menos claro que van a hacer los catalanes por Candel y su centenario. La Generalitat tiene vacía la agenda de actos del centenario, dice el biógrafo del escritor, Genís Sinca, autor de Candel (Comanegra), que acaba de aparecer y es una edición revisada de La providència es diu Paco, publicada en 2008 tras entrar en diálogo con el autor. Sinca explica que el entonces conseller Carles Campuzano le llamó hace un año para ser el comisario del Año Candel y que la idea era entre otras actividades montar una exposición en el Palau Robert. Pero con el cambio de gobierno del pasado verano “en septiembre comencé a preguntar por el Año Candel y veía respuestas muy frías, y a final de año tuvimos una reunión fugaz en el Departament de Drets Socials en la que me anunciaron que la exposición se cancelaba, que se harían cosas que ya iría conociendo y que no veían necesidad de un comisario. Ahora soy el no comisario del no Año Candel, porque no hay actividades. No entiendo bien cuál es el problema, quizá desconocimiento”.
Por ahora, el Parlament de Catalunya, en un acto encabezado por su presidente, Josep Rull, sí le rindió homenaje esta semana. Y en la biblioteca barcelonesa que lleva su nombre, la Biblioteca sc Candel, en el barrio de La Marina de Montjuïc, Genís Sinca está realizando el Itinerario Candel, un recorrido por los lugares donde la ciudad cambiaba de nombre que aún se podrá volver a hacer, con inscripción previa, el día 16 de junio.
Sinca, al que cuando hablaba con Candel le pidió “haz mi biografía, pero no hables de mí”, señala que lo más importante de Candel es “su manera de escribir, su literatura, es un gran escritor, bajo una narrativa aparentemente superficial es un escritor de gran profundidad con una capacidad retratista enorme, clave de su éxito, porque le permite retratar a toda una masa inmigratoria. descubrió un tesoro, una materia prima con personajes únicos, el Perchas, el Grúa, el Dostoyevski, disparo de salida para explicar todo un fenómeno: que esta gente son catalanes y acabarán integrándose aquí aunque hablen castellano”.